Por más que Javier “Jamoncito” Milei y su séquito de atorrantes aseguren que la inflación es cosa del pasado, lo cierto es que el costo de vida es cada día más alto, y el poder adquisitivo se disuelve.
Mientras el “Presiduende” Javier Milei intenta zafar del escándalo de la cripto $Libra provocando a la oposición y tratando de gobernar como un dictadorzuelo por medio de decretos, la situación económica del país sigue siendo alarmante y a los “magos” de los números se le están escapando las riendas de las cifras.
Más allá de que desde los organismos oficiales se esfuercen en maquillar los datos con el mismo ahínco con que la diputada cosplayer Lilia Lemoine le retoca la papada a “Jamoncito”, lo cierto es que las consultoras privadas demuestran que la realidad está lejos de traducirse en los números de inflación decreciente que quiere instalar Milei.
Cuando la Argentina “volo” en mil pedazos el 19 y 20 de diciembre del 2001 teníamos todos sus indicadores económicos Sr. Presidente @JMilei ;
— Luis D'Elia (@Luis_Delia) March 7, 2025
Inflación 0.
No había déficit fiscal.
Híper endeudamiento.
Habían rematado el Estado.
Habían conculcado los derechos laborales y…
Por un lado existe el llamado de atención sobre la falta de eficacia del índice con el que se mide la inflación, ya que no contempla los rubros que más han subido, como servicios públicos y de telefonía, internet, cable, entre otros.
Un informe certifica q el descenso de la inflación en Argentina es consecuencia de la reducción del gasto de los hogares, algo q economistas cmo @edugaresp ya nos indicaban y otros cmo @juanrallo negaban. Bien pues ya no lo puede negar. pic.twitter.com/uNw6EpXexP
— FX (@Hector_Freeland) February 24, 2025
Además, hay que tener en cuenta también el hecho de que la capacidad de compra de los sueldos de los argentinos está por el suelo, lo que según las leyes de oferta y demanda debería verse reflejado en una caída de consumo y una menor aceleración de precios. Es decir, deflación por falta de actividad económica, una situación que no es para festejar.
No obstante, pese a estas objeciones a los números relativamente bajos de inflación que celebra Milei -en realidad, solo son bajos si se comparan con los peores momentos del Gobierno de Alberto “Pitoduro” Fernández– lo cierto es que lenta pero inexorablemente los precios del consumo básico siguen subiendo.
Por mucho que el “Ponzidente” y su runfla libertaria se exciten con la fantasía de anunciar una inflación cercana al cero, la realidad no estaría cooperando demasiado para cumplirles el anhelo.
El incremento en la inflación alimentaria durante la primera semana de marzo, estimada en un 0,8 por ciento según la consultora Labour, Capital & Grouth (LCG), representa una preocupante aceleración tras un cierre de febrero sin variaciones. Si bien los aumentos de febrero impactan el promedio mensual, situado en 3,2 porcentual, este nuevo repunte señala una tendencia inflacionaria persistente.
Destacan los aumentos en productos específicos como huevos (4,1 por ciento), condimentos (2) y verduras/frutas (0,9), contrastando con la leve baja en bebidas (-2). Las proyecciones de diversas consultoras, como Equilibra y EcoGo, indican que la inflación general en febrero superará las expectativas iniciales, impidiendo alcanzar un IPC que comience con 1 por ciento.
Factores como el aumento en el precio de las carnes y el incremento en tarifas de transporte público contribuyen a esta presión inflacionaria.
En resumen, el análisis de las primeras semanas de marzo, sumado a las estimaciones de febrero, revela un panorama inflacionario complejo y desafiante para la economía, con un impacto particularmente significativo en donde más duele: el sector alimentario.
La persistencia de estos aumentos requiere medidas efectivas para mitigar sus efectos sobre el poder adquisitivo de la población, algo que “Jamoncito” y los colifa que lo acompañan parecen no tener ni remotamente en mente.