Además, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, le reclamó a la vicepresidenta “que se ponga del lado de la gente”.
Tras la dura derrota que sufrió el Gobierno en el Senado, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, reapareció más borracha que tío soltero en Navidad, esta vez apuntando directamente contra la vicepresidenta Victoria Villarruel y deslizando teorías conspirativas al mejor estilo del manual libertario.
En un acto, la ministra aseguró que Villarruel debió bloquear la sesión impulsada por la oposición en la Cámara Alta, alegando que “no era correcta, ni legal, ni legítima”. Una afirmación que, más allá del enojo oficialista, choca contra el funcionamiento institucional del Congreso y los mecanismos parlamentarios vigentes.
Pero Bullrich fue más allá: acusó a los senadores de Unión por la Patria de querer ver a Javier Milei “subiéndose a un helicóptero”, en una declaración cargada de alarmismo y sin fundamentos, que busca instalar una narrativa de desestabilización para tapar los problemas de gestión.

En defensa del Gobierno, la funcionaria intentó mostrar una realidad que contrasta con los datos duros de la economía y la calle: afirmó que “11,2 millones de personas salieron de la pobreza”, que la inflación bajó “a menos del 2 por ciento mensual” y que el país logró “superávit”. Sin embargo, no aportó ningún respaldo técnico a sus dichos y evitó mencionar el brutal ajuste, la caída del consumo y la crisis social en aumento.
Finalmente, Bullrich rechazó cualquier intento de ampliar partidas presupuestarias, advirtiendo que “si imprimimos de nuevo, toda la plata que le entra a alguien por este bolsillo, se le va por el otro”. Una frase efectista que, en su tono, busca justificar la parálisis del Estado y la falta de respuestas ante las urgencias de millones.